Cuando entre no sabía para donde mirar, todo estaba lleno de miles
de libros infantiles.
Lo primero que hice fue ir hacia una mesa llena
de álbumes de imágenes, allí reconocí títulos como: A que
sabe la luna o adivina cuanto te quiero.
Reconocí fácilmente los libros de paraliteratura
que hablaban de problemas tan serios como el alzhéimer o
la pobreza.
Identifique una sección de folclore, donde cogí y mire
un montón de libros. Lo primero en lo que me fijaba era en
la traducción y en segundo lugar leía la presentación, si es que la
tenía.
Me sentí una gran profesional al descubrir libros de folclore en
los que no aparecía o adaptaciones en verso. Incluso cuando identificaba
algún caso de paraliteratura.
No me gustó encontrarme con el libro del principito en
la sección de infantil, pues el libro no se adapta a los intereses ni
a la etapa madurativa del niño.
Me tiré gran parte de la tarde leyendo libros y más libros y me
dieron ganas de comprármelos todos. Sería bonito trabajar en una librería
y ayudar a los clientes a encontrar un libro adecuado y que les guste a sus
hijos o para quien vaya destinado, porque especialmente los mayores
estaban realmente perdidos por la librería.
Me fije en una pareja en concreto que buscaban libros para un niño
de siete años en la sección de doce, pues según decían, así
se acostumbraría antes a leer el niño en cuestión.
Y a los niños, estaría bien poder recomendarles cuentos
que pienses que les van a gustar.
Muy bonita :)
ResponderEliminarTe la anoto como voluntaria.